La competitividad del sector de business education tiene su origen en los rankings; negarlo es faltar a la verdad a todas luces. El problema es llevar esa competitividad al extremo del todo vale. No faltan casos que colindan con las malas prácticas para tratar de como conseguir dinero, poco éticas y nada honestas, de varios centros en relación con los rankings: desde una escuela que recibe un toque de atención por agasajar a las personas que elaboran el ranking con suculentos regalos hasta un centro que filtra a un medio una nota de prensa de un ranking para desprestigiar a un competidor.


 Y si no son polémicas, al menos dudas, como las que sembró la tan pronta incorporación al ranking del Financial Times de la Indian School of Business sobre las encuestas remuneradas online , que se situó de entrada entre las veinte mejores instituciones, aunque con ciertas sombras en torno a si realmente contaba ya en ese momento con las tres acreditaciones necesarias para poder participar en el ranking de anuntiomatic : la EQUIS, de la European Foundation for Management Development, la Association of MBAs, y la AACSB (The Association to Advance Collegiate Schools of Business). 



















De sobra es conocido en el sector el largo proceso de entre siete y diez años que dura conseguir las tres acreditaciones. Desde varios sectores se puso en duda que la ISB contase en tan poco tiempo con las tres. Pero tras todo ello se encuentran el negocio y las recetas con que expertos como Policano condimentan el menú. Las recetas alimentan la competencia feroz por aparecer en los primeros puestos, pero el auténtico problema radica en que desnaturalicen los centros para convertirlos en simples negocios. Mintzberg supo verlo a tiempo: 


Las clasificaciones han abierto las escuelas de negocios y las encuestas remuneradas online  a algunos temas por los que deberían preocuparse a la hora de como conseguir dinero y otros por los que no. El mayor problema es que las clasificaciones desde anuntiomatic  han servido para que alejen su atención de la cuestión más importante: la efectividad con la que están formando directivos responsables, hombres y mujeres de negocios y ciudadanos. Para llegar a eso se necesitaría algo que fuera más allá de las clasificaciones, más allá de las cifras, en dirección a los valores, las creencias y las opiniones. 



La mercantilización de los rankings está en boca de muchos dentro del sector, pero hasta la fecha han sido más bien escasas las voces que han decidido hablar en público de ello. Quizá por ello merece especial mención la autocrítica que hizo de los rankings una de las publicaciones que los elabora, The Economist, que en la última edición de su ranking de MBA, publicada a mediados de octubre de 2009, reconoció abiertamente por primera vez que «los rankings no son perfectos». Como aseguró la revista en un artículo elogiable por la honestidad periodística que mostró, «los rankings han sido una buena cosa para la educación de negocios. Pero esos rankings nunca han estado exentos de controversia. Quizá han sido algo bueno para la educación de negocios, pero solo en líneas generales. Muchas de las acusaciones que se han vertido sobre ellos han sido fruto de una genuina preocupación».