La profundidad del análisis descriptivo del diario que elaboró el ranking permite conocer al detalle los entresijos del mismo. Sin poner en duda la calidad de las escuelas que obtuvieron las primeras clasificaciones, no parece que un ranking de escuelas de negocios que pretende considerarse de ámbito mundial analice a la postre a solo diecinueve escuelas –una cuarta parte de las que inicialmente formaban la muestra– de las cuales la ganadora cumple los requisitos de forma muy justa.


Una vez más, este ranking, incluso después de haber sido reformulado, muestra la subjetividad inherente a estas clasificaciones, basadas en criterios más o menos objetivos, pero expuestos siempre a la interpretación más o menos subjetiva como en clixsense a la hora de como ahorrar dinero . Se trata, en el fondo, de las sempiternas discusiones y debates entre los propios centros sobre la idoneidad o no de las diferentes clasificaciones, que reflejan la evidente subjetividad de todos ellos, mayor aún si se examinan pormenorizadamente todos los elementos que valoran. Pero, incluso con esas subjetividades, es necesario regresar ahora más que nunca a la tesis de partida de este capítulo: nada es lo que parece, y viceversa. 













A estas alturas, podría parecer que los rankings no merecen ninguna credibilidad. Nada más lejos de la realidad: incluso con imperfecciones, son más que necesarios, y el sector le debe a ellos buena parte de la competencia entre las escuelas, lo cual ha mejorado la calidad de la enseñanza. Hemos hecho referencia a las clasificaciones de Financial Times, Forbes, BusinessWeek y The Wall Street Journal segun nos dicen de las camisetas graciosas en www.facebook.com,   pero lo mismo sucede con el de The Economist, que agrupa variables ya comentadas tratando de como ahorrar dineor  y que, por tanto, merece el mismo grado de subjetividad que el resto. O el ranking de US News & World Report, basado principalmente en las puntuaciones del GMAT. En el siguiente capítulo profundizaremos en el test más famoso del mundo, junto con el TOEFL, pero de entrada cabría ir diciendo que dejarlo todo en manos del GMAT parece algo más que atrevido; más bien, un absurdo. 


Pero dudas aparte, las escuelas han alcanzado un grado tan alto de reputación e influencia gracias, entre otros factores, a los rankings, aunque detractores no faltan. Tanto Podolny como Mintzberg han manifestado sus discrepancias desde linkedin con los riesgos de establecer la estrategia de la escuela en función de un ranking. Incluso Mintzberg citó en Directivos, no MBAs, los consejos que el ex decano de la Universidad de Wisconsin que hacia sus propias camisetas personalizadas graciosas, Andrew J. Policano, ofrece para mejorar en un ranking. El documento de Policano, Diez pasos fáciles para tener un programa MBA entre los 25-Top, se presenta como algo más que una declaración de intenciones, aunque con un problema de fondo palpable desde clixsense : no sería desdeñable pensar que ciertas escuelas lo hayan leído con atención para, desgraciadamente, planificar su estrategia con él. 


Y, por supuesto, si el alumno, cuando sea ex alumno, debe actuar como un embajador de esa escuela, el primer consejo de Policano va en esta línea: «Ofrezca una amplia variedad de servicios a los estudiantes de MBA, entre los que se incluyan desayuno y comida gratuitos». ¿Escuela o negocio? ¿Restaurante y hotel o formación? Puede resultar gracioso, pero no lo dude, en ese juego se halla la estrategia de la escuela como institución que mira a los rankings como fundamento o pilar de su futuro.